Transformar tus espacios va ligado en gran medida a tus gustos y personalidad. Pasa cuando quieres remodelar tu sala, tu habitación o incluso tu cocina. Así mismo, pasa con los espacios exteriores.
Últimamente, hemos encontrado en el ambiente externo de nuestros hogares, jardines, terrazas o balcones, un lugar para compartir e interactuar con el espacio de manera diferente. Lo empezamos a asimilar, como una oportunidad de desconexión. Y para que esto fluya de manera natural, se deben usar elementos acordes con este propósito.
Uno de esos elementos son las pérgolas, las cuales, existen de muchos tipos y nos ayudan a darle una extensión y uso permanente a dichos espacios.
Primero, entendamos el concepto de pérgola y los materiales en los cuales podemos construirla. Estas estructuras, que casi siempre se usan para extender un techo, conservando el espacio de entradas laterales, pueden fabricarse en madera, hierro, aluminio, concreto o ladrillo, con un armazón o cubierta en teja, vidrio o lona. Dependiendo de las necesidades y gustos.
Entonces, pueden clasificarse en varios temas, dependiendo de estas últimas características. Por ejemplo, según su diseño y las nuevas tendencias, que van desde las metálicas, hasta las más sofisticadas, como las retráctiles y bioclimáticas, una nueva adaptación de pérgolas que regulan la temperatura de forma natural, al tiempo que protegen de la radiación solar, lluvia, viento o nieve.
Lo que algunos no saben, es que a lo largo de la historia, estas estructuras nos han acompañado. La civilización de los romanos era una que adoptó la costumbre de construir pérgolas en sus villas y casas. De ahí viene el nombre, del latín ‘pérgula’ lo que hace referencia a un balcón con plantas.
Otro uso en la Alta Edad Media, eran los túneles verdes, una versión más rústica y natural de estas estructuras que mantenían su forma, gracias al enrejado natural que adquirían.
También adoptaron un papel protagónico en Inglaterra, a finales del siglo XVIII y finales del siglo XIX, ya que estas estructuras eran la base y el elemento de moda de todos los jardines privados de las casas y castillos de aquella época.
Ahora, estas estructuras, pasaron a ser de moda, a necesarias en los espacios de los hogares u oficinas. Y así como existieron, en sus inicios, unas muy populares, las hay más modernas y tecnológicas.
Pérgolas en madera
Las más tradicionales y que generan un ambiente cálido y acogedor. Estas, cuando no se cuenta con un presupuesto amplio, se pueden acompañar con elementos como mallas, velos, toldos, en la parte superior para dar sombra.
Las maderas que son resistentes para exterior son: pino en autoclave, abeto o maderas exóticas como la teca.
Pérgolas en vidrio
Estas estructuras, que se hacen generalmente con acero o hierro y una superficie de vidrio, pueden hacerse solo con techo o con los laterales también, simulando una especie de cubo que permite apreciar la naturaleza desde adentro.
A este tipo de pérgolas, para su mayor comodidad, se le puede instalar una película de control solar para contrarrestar los rayos solares.
Pérgola Romana
La pérgola Romana consiste en una estructura de gran estabilidad formada por perfiles o columnas rectangulares de aluminio lacado con bordes redondeados y, un techo en tejido acrílico construido en forma de pliegues.
Las columnas se sustentan sobre unos pies que ocultan la base de la columna en su interior. El techo puede recoger hacia el frente o hacia atrás, de acuerdo con las características del espacio y la necesidad del cliente.
El techo de la pérgola tiene una leve inclinación que le permite un correcto desagüe. El ancho y la proyección máxima de la Pérgola Romana es de 6 metros, sin embargo, esta Pérgola es un sistema modular, es decir que se pueden cubrir áreas muy grandes instalando varios módulos seguidos.
Además, el accionamiento de la pérgola puede ser manual o motorizado.
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